“NADA”
o
LA RESPUESTA DE
PITÁGORAS
Se cuenta que después de haberse
iniciado Pitágoras en los misterios egipcios, la preguntaron qué había visto en
el Templo. Y respondió: “Nada”.
Pero Pitágoras era Pitágoras. Si
al salir del Templo egipcio no había visto “nada”, no se contentó con irse
decepcionado, sino que, buscando el origen de esa “nada” encontró que era en sí
mismo que no había visto “nada más” que deseos e ilusiones. Fue entonces que
comenzó su camino hacia la Sabiduría.
Muchos Hermanos recién iniciados
se van de la Orden porque en nuestros TTall.'. no encuentran “nada”, porque
nuestro Simbolismo no les significa “nada”, porque en la Massonería no se hace
“nada”; y otros se quejan de que en las Logias se habla mucho de Simbolismo y
“nada más”, que la Masonería es una institución para hacerse de amigos y “nada
más”, que a las TTen.'. viene uno a perder su tiempo y “nada más”. Nos
proponemos preguntarnos ¿qué significa esa “nada” con respecto a la Masonería?
“Mengano” no va más a su Tall.'.
porque “no encontró nada”... ¿Y cómo es que no encontró nada? ¿No encontró el
Templo con su ara, sus CCol.'., su mobiliario y su decorado? ¿No encontró a sus
HH.'. reunidos en Logia? ¿Y cómo es que dice que no encontró nada y que el
simbolismo no le dice nada? Entonces encontró por lo menos el Simbolismo. ¿Y
cómo puede decir que en la Masonería no se hace nada, y que en la Logia se
habla mucho y nada más? Entonces, se hace algo, aunque no fuera más que
hablar...
Parecería que lo de la “nada” que
se encuentra en la Masonería no hay que tomarlo tan al pie de la letra. El
neófito que entra en el Templo encuentra algo, pero no encuentra lo que busca;
esto plantea varias preguntas:
1.
¿Qué es “lo que busca” el profano que solicita
ser iniciado?
2.
¿Qué es (la “nada” que encuentra) lo que “no
puede ofrecer” la Masonería?
3.
¿Qué es lo que “sí puede ofrecer” la Masonería?
4.
¿Qué es “lo que encuentra” el neófito al decir
que “no hay nada”?
Procuremos contestar, desde un
punto de vista estrictamente personal, las cuatro preguntas precedentes.
1.
¿Qué busca el profano que solicita su
Iniciación?
Puede venir por una gran variedad
de motivos, desde el más grosero materialismo, el deseo de encontrar
protectores o amigos para los negocios de cualquier índole, hasta por el más
elevado sentimiento de humanitarismo. Lo más a menudo será una mezcla de todo
más algo de curiosidad; y con frecuencia habrá un sentimiento de la propia
imperfección y el deseo de hacerse mejor y más perfecto. No ha de ser tampoco
raro que se espere encontrar en la Masonería un estímulo a la acción para
compensar la propia falta de actividad; ideas extraordinarias y originales que
pongan en funcionamiento, el pensamiento y la imaginación propios.
Es uno de los problemas de la
Masonería, el que, por el propio secreto que debemos guardar sus integrantes,
el profano llegue generalmente a nuestras puertas desprovisto de todo
conocimiento realista de lo que le espera, y en cambio, lleno de esperanzas e
ilusiones que van de lo simplemente inadecuado a lo absurdo.
2.
¿Qué es lo que NO puede ofrecer la Masonería?
La Masonería no está hecha a la
medida de las ilusiones del neófito. Si éste ha esperado una renovación
completa de su personalidad en forma de una muestra gratuita ofrecida a todo el
que entra, se ha equivocado. Le damos la Luz, le damos las herramientas para
trabajar, y le enseñamos la piedra bruta y el modo de trabajar sobre ella. Lo
demás es asunto suyo. Tiene que trabajar para recibir “su salario”, y éste se
le da según la cantidad y calidad de su trabajo. No podrá pedir que se le
regale todo de una vez y sin hacer el menor esuferzo. Entonces, el neófito no
halla lo que buscaba. El buscaba un medio cómodo para hacerse la vida más fácil
y agradable, para sentirse importante sin esfuerzo, para vivir en paz consigo
mismo. Y como no halla lo que buscaba, dice que no “encontró nada”. Con ello
expresa que todo lo demás que encuentra no le importa; que aquello que NO
encuentra es todo cuanto quería y nada más.
Decir que en la Masonería no se
hace nada es otra manera de revelar que uno quería granjearse satisfacciones de
amor propio a bajo costo. Si en la Masonería estuviera ya cirtalizada una obra
de auténtico humanismo, podríamos pearticipar en la gloria de su realización
sin tener que tomarnos la molestia de planearla y organizar su ejecución. Si la
Masonería fuera lo que quisieran quienes se quejan de no encontrar nada en
ella, sería igual a cualquiera de las múltiples sociedades de beneficencia,
cuyo principal objeto parecería ser el de procurar que los retratos de sus miembros
aparezcan cada tanto en la prensa, con cualquier pretexto.
Todas estas satisfacciones del
amor propio. Todos estos objetos de ilusisones y esperanzas vacuas, es lo que
NO ofrece la Masonería. De ahí que aquellos que sólo buscan eso, no encuentran
“nada”.
3.
¿Qué puede ofrecer, entonces, la Masonería?
Desde ese punto de vista de las
personas mencionadas anteriormente, “nada”, pues para ellas el trabajo, el
estudio, no es nada; y si no tienen la paciencia necesaria, nos darán la
espalda. Cuanto más irreales, fantasiosas, han sido sus esperanzas, más tiempo
necesitarán para hallar lo que ofrece la Masonería: trabajo, herramientas para
ejecutarlo, el “salario” que sólo se obtiene trabajando. El neófito tiene que
aprender que en Masonería no hallará satisfacción alguna sino en razón de su
propio trabajo. A través de su
aprendizaje se dará cuenta de que si la Masonería le ofreciera sin trabajo las
satisfacciones que buscaba, entonces sí, podría decir que “no es nada”.
Lo que pasa es que el hombre
moderno tiene del trabajo un concepto muy distinto del que tenían las
corporaciones de constructores de antaño. Para la mayoría, hoy, el trabajo es
esclavitud, actividad mecánica, impersonal, algo que se hace porque uno tiene
que comer y sin trabajo no hay comida, algo que uno hace a regañadientes,
esperando que el reloj marque la hora de salida. De allí buscamos el descanso,
la diversión, las comodidades. Son pocos a quienes la suerte ha deparado un
trabajo constructivo, y menos aún los capaces de buscar y hallar el descanso en
una actividad de tipo superior, una actividad creadora. El constructor medieval
no se preocupaba de ahorrar tiempo para terminar la catedral, sino que se
detenían en los detalles, agregando una profusión de esculturas tan bellas como
no indispensables para la arquitrectura, simplemente porque sentían gusto en
crear lo bello. Nosotros ya no comprendemos fácilmente este placer en el
trabajo. Queremos que el trabajo termine lo más pronto posible para poder
dedicarnos a otras actividades aparentemente más placenteras. Necesitamos
volver a descubrir que la vacación aratística del hombre -la única que le da
plena satisfacción- es no de servir de apéndice pensante de una maquinaria,
sino de realizar un trabajo creador. Esto es LO QUE PUEDE ofrecer la Masonería.
Y la última pregunta: ¿Qué es “la
nada” que el neófito encuentra en el Templo? Toca a la puerta, se le abre, y no
encuentra nada. ¿Qué es esta nada? Ya dijimos que tomar la palabra en sentido
estricto sería absurdo. Algo encuentra, y si lo presionáramos un poco nos
diría: “No hay nada, sólo palabras, sólo rituales, sólo Símbolos, sólo ideas
anticuadas”. Algo encuentra, pero no “lo que buscaba”. Y como lo que encuentra
no es nada en comparación con lo que buscaba, dice que no hay nada. Pero esta nada
no es sólo un fenómeno negativo.
En esta “nada” hay como un germen
de algo nuevo y grande.
El H.'. que se va de la Logia
quejándose de “no haber encontrado nada”, no se limita a eso. Se va disgustado,
decepcionado. El encuentro con la “nada” lo ha afectado en lo más hondo de su
ser. No halló lo que buscaba, pero halló precisamente su propio disgusto, su
propia decepción.
Aunque se vaya de nosotros, su
decepción lo sigue.
Y aunque no lo confiese, no
dejará de pensar de vez en cuando que para hallar algo se necesitan dos cosas:
algo que esté ahí, y alguien que sepa buscar.
Al lado del orgullo “porque él no
se dejó engañar”, estará la constante inquietud acerca de qué habrán encontrado
los que se quedaron, y que él no supo hallar.
Se ve puesto así frente a frente
con su propia insuficiencia.
Con su propia NADA.
Si es sincero consigo mismo,
reconocerá que donde no encontró nada, es en él.
Este es el punto donde empieza a
germinar la idea masónica. Si el H.'. llega a este punto, empieza a ser masón.
Resp.'. H.'. A.V.