lunes, 16 de agosto de 2010

Semblanza del Libertador Simón Bolívar

Semblanza del Libertador Simón Bolívar

El 24 de julio de 1783, hace 227 años atrás, el matrimonio compuesto por Don Juan Vicente Bolívar y Ponte –rico hacendado y Coronel de las Milicias que gozaba del título hereditario de Regidor Perpetuo- y Doña Maria Concepción Palacios y Blanco - mujer de singular belleza, conocida por ser amiga del lujo y apasionada de la música- recibían en el seno de su hogar a Simón; el cuarto de los cinco hijos que engendrarán. Ese día jueves, en una Caracas –capital de Venezuela- de 45 mil habitantes y floreciente pasar, llegaba al mundo quién a la postre se transformaría en un referente inspirador de las más sublimes aspiraciones del ser humano: la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad.
Su vida transcurrió como nuestro devenir en la Orden. No en vano, su ingreso en la misma no fue más que otra señal de la calidad de su metal, ese que vaya si fortaleció a esa cadena de grandes eslabones que se conformó por esa época, para liberar al continente de las garras de la opresión colonizadora.
Aprendiz prematuro, en enero de 1786 –cuando tenía dos años y medio- muere su padre ya sexagenario, y su madre correría idéntica suerte en 1792, cuando con 34 años fue vencida por una tuberculosis. Simón, con nueve años, pasó a la tutela de su abuelo materno –Don Feliciano- quién se encargó de iniciarlo en las primeras letras; el que falleciera un año más tarde. Así, a temprana edad comenzó a forjar su espíritu libre y creador, ilustrándose con reconocidos letrados de la vida nacional venezolana, como Andrés Bello, Fernando Vides y Simón Rodríguez; los que le inculcaron su admiración por el H.•.Mas.•. Juan Jacobo Rosseau y el principio "libre-pensador" que finalmente le llevaría a su destino final. A los 16 años, Bolívar abandona el Nuevo Mundo y parte el 19 de enero de 1799 a España, donde –por un lado- mientras interactuaba con las más altas clases socio-económicas de la península, se familiariza con las ideas de la Revolución Francesa y -por otro- contrae matrimonio a los 19 con María Teresa Toro Alaiza; con la que regresa a Venezuela y de la que queda viudo a los 20 años; en un infortunio que termina de templar su personalidad acerada, tenaz, de implacable perseverancia e increíble fortaleza. Así fue que en enero de 1803 decide volver a tierras españolas a dar cuenta de lo sucedido a sus suegros. Allí en Cádiz, a los pocos días de su arribo el joven Bolívar hace amistad con algunos intelectuales que integraban la Logia “Lautaro”, con los cuales conversaba sobre las ideas de libertad y la necesidad de luchar contra toda forma de opresión, en su búsqueda de un camino que lo iluminara sacándolo de la penumbra en que lo había sumido una juventud sin los afectos más cercanos. Atraído por esos conceptos revolucionarios, decide ingresar a la Orden, en donde a puertas cerradas discute sobre los principios de "Libertad, Igualdad y Fraternidad", sobre la dignidad del hombre y la posibilidad de convertir en repúblicas independientes a las colonias españolas de América; charlas de las que participaban entre otros José de San Martín, Bernardo O'Higgins, Carlos María de Alvear y Mariano Moreno; a la postre próceres independentistas del continente al igual que Bolívar.
El trabajo en Logia hizo germinar en su mente la idea de acabar con el dominio español en Venezuela, para desde allí sembrar la semilla de la libertad por el resto de Sudamérica; una tarea que requería de otras herramientas dirigidas por la conciencia, tal como la obra de un Compañero Masón. De allí partió hacia el conocimiento intelectual, -del cual todavía carecía- para iniciar y liderar el levantamiento que las colonias le exigían. Así fue que iniciado en la Masonería, viajó a Madrid y luego a Francia, en donde frecuentó los salones más elegantes, trabando amistad con notables de la época, con muchos de los cuales coincidía en su carácter de Masón y el aborrecimiento de las monarquías y demás sistemas despóticos. Recibido su Aumento de Salario en la Logia “San Alejandro de Escocia” de Francia, Bolívar emprende un viaje de observación y estudio por Suiza e Italia, en donde el 15 de agosto de 1805 y acompañado de su maestro Simón Rodríguez, al pie del Monte Sacro de Roma pronunció un trascendente juramento: “¡Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor y juro por mi Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español!”. Allí surgió la decisión definitiva de conducir en América su inmensa obra emancipadora, allí eligió la piedra bruta a desbastar para que la Luz llegue a todo el continente. Tenía 22 años, y con su personalidad ya profesaba un magisterio que aún hoy es ejemplo y enseñanza para todos.
En mayo de 1806, cuando preparaba su retorno a Venezuela, Bolívar es ascendido al Grado de Maestro en la Logia "San Alejandro de Escocia". No fue por ese entonces la única distinción que recibió, ya que la Junta de Gobierno formada a raíz del pronunciamiento del 19 de abril de ese año, lo designó a la comisión encargada de recabar apoyo –tanto en armas como económico- de los gobiernos de Gran Bretaña y los Estados Unidos, para hacer realidad la empresa libertadora. Es en Londres donde fue confirmado en el grado por parte de la Logia Masónica "La Gran Reunión Americana", fundada y dirigida por Francisco de Miranda, a quien muchos consideran el verdadero padre del movimiento independentista hispanoamericano. En tanto que en enero de 1807 llega a Charleston (EEUU), de donde sigue a Filadelfia -sede de la independencia y de la Masonería Americana- buscando la colaboración descrita; en donde los líderes de dicha revolución le prestan importantes auxilios, pero sobre todo –en el intercambio de ideas- le permiten dar con el cincel de su conciencia y el mazo de su voluntad, la última estocada a la piedra bruta que estaba puliendo, terminando así por delinear con su genio su pensamiento político estrechamente ligado a los ideales masónicos: combatir por la libertad, la justicia, la independencia, la unidad y la integración.
Una tarea que reflejó operativamente en los campos de batalla, iniciando un proceso que lo llevó a ser el "libertador” de cinco naciones: Venezuela, Colombia, Ecuador (llamada Provincia de Quito), Perú y el Alto Perú (luego nombrada Bolivia en su honor). El escenario físico de la acción bolivariana fue de más de 5 millones de kmts.2 –el equivalente a 23 países de Europa o al doble de los desplazamientos de Napoleón Bonaparte- en donde participó en 79 batallas y cabalgó 64 mil kmts. en 25 años de lucha y sacrificio; solo capaz de sobrellevar fortalecido por su perseverante idea libertaria.
Pero también dejó su labor de manera especulativa en no menos de 10.000 documentos, entre cartas y proclamas, algunos de una magnitud tal como el Manifiesto de Cartagena –escrito en 1812- en el que invita a redimir a los venezolanos de los padecimientos que sufren y propone una concepción de la independencia como un proyecto continental, la Carta de Jamaica -de 1815- en que expone sus ideas sobre el futuro de la América Hispana; y el Discurso al Congreso de Angostura de 1819, en donde con la mentada frase: “Unidad, Unidad, Unidad, debe ser nuestra divisa”, se refiere a la unidad de los pueblos para obtener su libertad y soberanía, alerta contra la anarquía y pide un orden de legalidad y justicia.
Su vida fue tan proficua como breve. A sus tempranos 47 años –los suficientes como para llenar de prodigios la historia continental–el 17 de diciembre de 1830 parte al Oriente Eterno. En la Quinta de San Pedro Alejandrino (Colombia) solo lo acompañaban su médico –el francés Alejandro Próspero Reverend-, el general venezolano Mariano Montilla y su criada. Murió como muere un iniciado, despojado de los metales –ya que no legó ni casas, ni dinero, ni oro- pero dejando un legado mucho más rico de libertad, igualdad y fraternidad al continente americano. Terminó sus días como buen Masón, midiendo sus acciones con el compás y la escuadra, al punto que desde su lecho –ya avizorando su final- firmó su última carta de entendimiento y fraternidad dirigida al Gral. Justo Briceño, pidiéndole su reconciliación con el Gral. Rafael Urdaneta; ambos dirigentes de la Masonería venezolana. Hecha la gestión, se fue al Oriente Eterno con la misión cumplida.
Lo más trascendente de la vida de Bolívar está en su pensamiento político y en su espíritu de servicio al combate por la libertad y la justicia, por la independencia y la integración. No hay duda de la influencia de la Masonería en su genio. El incentivo al trabajo, la lucha por el advenimiento de la justicia –sobre todo hacia los más desamparados- , el exhortar a sus adeptos a contribuir al mejoramiento de la colectividad y al enaltecimiento de los postulados de libertad, igualdad, fraternidad y solidaridad social, esos principios fundamentales de la Masonería estuvieron y están presentes a lo largo de su devenir. La liberación política, económica y espiritual de los pueblos, el rechazo moral a la discriminación, la eliminación de las barreras religiosas y raciales, la lucha contra la exclusión y explotación del hombre por el hombre y el combate a los privilegios y la intolerancia, están vivas en sus ideas y su accionar; tal como lo especificó el H.•. José Martí cuando dijo: “Bolívar no defendió con tanto fuego el derecho de los hombres a gobernarse a sí mismos, como el derecho de América a ser libre”.
Hoy, cuando el reclamo de justicia, tolerancia y paz en el mundo se hace escuchar cada vez más fuerte, recordamos en la figura de Bolívar un ejemplo insigne de la Masonería y su labor; una tarea que el Libertador llevó a cabo de forma justa y perfecta. Como le espetó el político peruano José Domingo Choquehuanca –en el caserío de Pucará- tras corolar el prócer la fundación de cinco repúblicas: “Esta obra elevará vuestra grandeza a donde ninguno ha llegado. Con los siglos crecerá vuestra gloria, como crece la sombra cuando el sol declina”….y vaya si tuvo razón.

martes, 3 de agosto de 2010

ANDERSON

Note pour les visiteurs non-maçons de ce site:

Les "Constitutions d'Anderson", dont vous trouverez ci-dessous la traduction en français, sont l'un des textes fondamentaux de la Franc-Maçonnerie moderne puisqu'il s'agit des premières constitutions de la première Grande Loge.
Elles doivent cependant être replacées dans leur contexte et ne constituent en aucun cas une loi immuable de la Franc-Maçonnerie, puisqu'elles furent modifiées, en Angleterre même, dès 1738.

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Les Anciennes
Obligations


des


MAÇONS FRANCS
ET ACCEPTES



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TÊTES DE CHAPITRES
savoir:

I - Concernant DIEU et la RELIGION.
II - Du MAGISTRAT CIVIL Suprême et Subordonné.
III - Des LOGES
IV - Des MAITRES, Surveillants, Compagnons et Apprentis
V - De la Direction du MÉTIER pendant le travail.
VI - De la CONDUITE, à savoir:
. 1. Dans la Loge quand elle est constituée.
. 2. Conduite après la fermeture de la Loge et avant le départ des Frères.
. 3. Conduite quand des Frères se rencontrent sans présence Etrangère mais hors d'une Loge constituée.
.4. Conduite en présence d'Étrangers non Maçons.
. 5. Conduite Chez Vous et dans votre Entourage.
. 6. Conduite envers un Frère étranger

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Recueillies par l'Auteur dans leurs Anciennes Archives, sur l'ordre du Grand Maître, l'actuel Duc de Montaigu.

Approuvées par la Grande Loge et imprimées par ordre dans la première Édition du Livre des Constitutions, le 25 mars 1722.


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I. Concernant DIEU et la RELIGION

Un MAÇON est obligé par sa Tenure d'obéir à la Loi morale et s'il comprend bien l'Art, il ne sera jamais un Athée stupide, ni un Libertin irreligieux. Mais, quoique dans les Temps anciens les Maçons fussent astreints dans chaque pays d'appartenir à la Religion de ce Pays ou de cette Nation, quelle qu'elle fût, il est cependant considéré maintenant comme plus expédient de les soumettre seulement à cette Religion que tous les hommes acceptent, laissant à chacun son opinion particulière, et qui consiste à être des Hommes bons et loyaux ou Hommes d'Honneur et de Probité, quelles que soient les Dénominations ou Croyances qui puissent les distinguer; ainsi, la Maçonnerie devient le Centre d'Union et le Moyen de nouer une véritable Amitié parmi des Personnes qui eussent dû demeurer perpétuellement Éloignées.


II Du MAGISTRAT CIVIL SUPRÊME et SUBORDONNÉ

Un Maçon est un paisible Sujet à l'égard des Pouvoirs Civils, en quelque lieu qu'il réside ou travaille, et ne doit jamais être mêlé aux Complots et Conspirations contre la Paix et le Bien-Être de la Nation, ni manquer à ses devoirs envers les Magistrats inférieurs; car la Maçonnerie a toujours pâti de la Guerre, de l'Effusion de Sang et du Désordre; aussi les anciens Rois et Princes ont toujours été fort disposés à encourager les Frères, en raison de leur Caractère Pacifique et de leur Loyauté par lesquelles ils répondaient en fait aux chicanes de leurs Adversaires et défendaient l'Honneur de la Fraternité qui fut toujours florissante dans les Périodes de Paix.

Aussi, si un Frère devenait Rebelle envers l'État, il ne devrait pas être soutenu dans sa Rébellion, quelle que soit la pitié que puisse inspirer son infortune; et s'il n'est convaincu d'aucun autre Crime, bien que la loyale Confrérie ait le devoir et l'obligation de désavouer sa Rébellion, pour ne provoquer aucune Inquiétude ni Suspicion politique de la part du Gouvernement au pouvoir, il ne peut pas être chassé de la Loge et ses relations avec elle demeurent indissolubles.


III Des LOGES

Une LOGE est un lieu où des Maçons s'assemblent pour travailler : d'où le nom de LOGE qui est donné à l'Assemblée ou à la Société de Maçons régulièrement organisée, et l'obligation pour chaque Frère d'appartenir à l'une d'elles et de se soumettre à ses Règlements Particuliers ainsi qu'aux Règlements Généraux. La Loge est soit particulière, soit générale et plus on la fréquente, mieux on la comprend, de même que les Règlements de la Loge générale ou Grande Loge annexés ci- après.

Dans les Temps anciens, aucun Maître ou Compagnon ne pouvait s'en absenter, spécialement lorsqu'il y avait été convoqué, sans encourir une sévère Censure à moins que le Maître ou les Surveillants n'aient constaté qu'il en avait été empêché par une impérieuse nécessité.

Les Personnes admises comme membres d'une Loge doivent être des Hommes bons et loyaux, nés libres, ayant l'Age de la maturité d'esprit et de la Prudence, ni Serfs ni Femmes ni Hommes immoraux ou scandaleux, mais de bonne réputation.


IV Des MAITRES, SURVEILLANTS, COMPAGNONS et APPRENTIS

Toute Promotion parmi les Maîtres Maçons est fondée uniquement sur la Valeur réelle et sur le Mérite personnel; afin que les Seigneurs puissent être bien servis, que les Frères ne soient pas exposés à l'Humiliation et que l'Art Royal ne soit point décrié : pour cela aucun Maître ou Surveillant n'est choisi à l'Ancienneté, mais bien pour son Mérite. Il est impossible de dépeindre ces choses par écrit, chaque Frère doit rester à sa propre place et les étudier selon les méthodes particulières de cette Confrérie. Tout ce que les Candidats peuvent savoir c'est qu'aucun Maître n'a le droit de prendre un Apprenti s'il n'a pas un Travail suffisant à lui fournir et s'il n'est pas un Jeune Homme parfait ne souffrant d'aucune Mutilation ou Tare Physique qui puisse l'empêcher d'apprendre l'Art et de servir le Seigneur de son Maître et de devenir un Frère, puis un Compagnon en temps voulu après avoir durant le Nombre d'Années fixé par la Coutume du Pays; et s'il n'est issu de Parents honnêtes; ceci afin qu'après avoir acquis les qualités requises il puisse parvenir à l'Honneur d'être le Surveillant, puis le Maître de la Loge, le Grand Surveillant et enfin, selon son Mérite, le Grand Maître de toutes les Loges.

Nul Frère ne peut être Surveillant avant d'avoir passé le degré de Compagnon; ni Maître avant d'avoir occupé les fonctions de Surveillant; ni Grand Surveillant avant d'avoir été Maître d'une Loge, ni Grand Maître s'il n'a pas été Compagnon avant son Election. Celui-ci doit être, en outre, de noble naissance ou GENTILHOMME de bonnes Manières ou quelque SAVANT éminent ou quelque ARCHITECTE distingué ou quelque autre HOMME DE L'ART d'une honnête ascendance et jouissant d'une grande Estime personnelle dans l'Opinion des Loges. Et afin de pouvoir s'acquitter le plus utilement, le plus aisément et le plus honorablement de son Office, le Grand Maître détient le pouvoir de choisir son propre Député Grand Maître qui doit être alors ou avoir été précédemment le Maître d'une Loge particulière et qui a le Privilège d'agir comme le ferait le Grand Maître lui-même, son Commettant, sauf quand le dit Commettant est présent ou qu'il manifeste son Autorité par une Lettre.

Ces Administrateurs et Gouverneurs, supérieurs et subalternes de la Loge ancienne, doivent être obéis dans leurs Fonctions respectives par tous les Frères, conformément aux Anciennes Obligations et Règlements, en toute Humilité, Révérence, Amour et Diligence.


V. De la Direction du Métier pendant le Travail

Tous les Maçons travailleront honnêtement pendant les jours ouvrables afin de profiter honorablement des jours de fête; et l'horaire prescrit par la Loi du Pays ou fixé par la coutume sera respecté.

Le Compagnon Maçon le plus expert sera choisi ou délégué en qualité de Maître ou Surintendant des Travaux du Seigneur; ceux qui travaillent sous ses ordre l'appelleront Maître. Les Ouvriers doivent éviter tout Langage déplacé, et ne point se donner entre eux de sobriquets désobligeants, mais s'appeler Frère ou Compagnon; et se conduire avec courtoisie à l'intérieur de la Loge.

Le Maître, confiant en son Habileté, entreprendra les Travaux du Seigneur aussi raisonnablement que possible et tirera parti des matériaux comme s'ils étaient à lui, ne donnant à aucun Frère ou Apprenti plus que le salaire qu'il mérite vraiment.

Le Maître et les Maçons recevant chacun leur juste Salaire seront fidèles au Seigneur et achèveront leur Travail consciencieusement, qu'il soit à la Tâche ou à la Journée; et ils n'effectueront pas à la Tâche l'Ouvrage qu'on a l'habitude de faire à Temps.

Nul ne se montrera Envieux de la Prospérité d'un Frère ni ne le supplantera, ni ne l'écartera de son Travail s'il est capable de le mener à bien; car personne ne peut achever le Travail d'autrui, à l'avantage du Seigneur, sans être parfaitement au courant des Projets et Conceptions de celui qui l'a commencé.

Quand un Compagnon Maçon est désigné comme Surveillant des Travaux sous la conduite du Maître, il sera équitable tant à l'égard du Maître que des Compagnons, surveillera avec soin le Travail en l'absence du Maître dans l'intérêt du Seigneur; et ses Frères lui obéiront.

Tous les Maçons employés recevront leur salaire uniment, sans Murmure ni Révolte, et ne quitteront pas le Maître avant l'achèvement du Travail.

On instruira un Frère plus jeune dans le travail pour que les Matériaux ne soient point gâchés par manque d'Expérience et pour accroître et consolider l'Amour Fraternel.

On n'utilisera dans le travail que les Outils approuvés par la Grande Loge.

Aucun Manoeuvre ne sera employé aux Travaux propres à la Maçonnerie; et les Francs-Maçons ne travailleront pas avec ceux qui ne sont pas francs, sauf nécessité impérieuse; et ils n'instruiront ni les Manoeuvres ni les Maçons non acceptés, comme ils instruiraient un Frère ou un Compagnon.


VI. De la CONDUITE, savoir:
I. Dans la LOGE quand elle est CONSTITUÉE.

Vous ne devez pas tenir de Réunions privées, ni de Conversations à part sans Autorisation du Maître, ni parler de choses inopportunes ou inconvenantes; ni interrompre le Maître, ou les Surveillants ni aucun Frère parlant au Maître: ne vous conduisez pas non plus de manière ridicule ou bouffonne quand la Loge traite de choses sérieuses et solennelles; et sous aucun prétexte n'usez d'un Langage malséant; mais manifestez à votre Maître, à vos Surveillants et à vos Compagnons la Déférence qui leur est due et entourez-les de respect.

Si quelque Plainte est déposée, le Frère reconnu s'inclinera devant le Jugement et la Décision de la Loge, qui est le seul Juge compétent pour tous ces Différents (sous réserve d'Appel devant la Grande Loge), et c'est à elle qu'il doit être déféré, à moins que le Travail d'un Seigneur ne risque d'en souffrir, dans lequel cas il serait possible de recourir à une Procédure particulière; mais les affaires Maçonniques ne doivent jamais être portées en Justice, à moins d'absolue Nécessité dûment constatée par la Loge.


2. CONDUITE après fermeture de la LOGE et avant le départ des FRÈRES.

Vous pouvez jouir d'innocents plaisirs, vous traitant réciproquement suivant vos Moyens, mais en évitant tout Excès et en n'incitant pas un Frère à manger ou à boire plus qu'il n'en a envie, en ne le retenant pas lorsque ses Affaires l'appellent, en ne disant et en ne faisant rien d'offensant ou qui puisse interdire une Conversation aisée et libre; car cela détruirait notre Harmonie, et ruinerait nos louables Desseins. C'est pourquoi aucune Brouille ni Querelle privée ne doit passer le Seuil de la Loge, et moins encore quelque Querelle à propos de la Religion, des Nations ou de la Politique car comme Maçons nous sommes seulement de la Religion Catholique mentionnée ci-dessus; nous sommes aussi de toutes Nations, Idiomes, Races et Langages et nous sommes résolument contre toute POLITIQUE comme n'ayant jamais contribué et ne pouvant jamais contribuer au Bien-Etre de la Loge. Cette Obligation a toujours été strictement prescrite et respectée; surtout depuis la Réforme en Grande-Bretagne, ou la Séparation et la Sécession de ces Nations de la Communion de Rome.


3. CONDUITE quand les FRÈRES se rencontrent sans présence étrangère
mais hors d'une LOGE CONSTITUÉE.

Vous devez vous saluer réciproquement de manière courtoise, comme on vous l'enseignera, vous appelant mutuellement Frère, échangeant librement les Instructions que vous jugerez utiles, sans être vus ni entendus, sans prendre le pas l'un sur l'autre, ni manquer aux marque de Respect qui seraient dues à un Frère, s'il n'était pas Maçon: car quoique les Maçons en tant que Frères soient tous sur un pied d'Egalité, la Maçonnerie ne prive pas un Homme des Honneurs auxquels il avait droit auparavant; bien au contraire, elle ajoute à ces Honneurs, spécialement lorsqu'il a bien mérité de la Fraternité qui se plaît à honorer ceux qui le méritent et à proscrire les mauvaises manières.


4. CONDUITE en Présence d'ÉTRANGERS non MAÇONS.

Vous serez circonspects dans vos Propos et dans votre Comportement, pour que l'Étranger le plus perspicace ne puisse découvrir ni deviner ce qu'il ne doit pas connaître, et vous aurez parfois à détourner la Conversation et à la conduire prudemment pour l'Honneur de la vénérable Fraternité.


5. CONDUITE Chez Vous et dans votre Entourage.

Vous devez agir comme il convient à un homme sage et de bonnes moeurs; en particulier n'entretenez pas votre Famille, vos Amis et Voisins des Affaires de la Loge, etc., mais soyez particulièrement soucieux de votre propre Honneur, et de celui de l'ancienne Fraternité, ceci pour des Raisons qui n'ont pas à être énoncées ici. Ménagez aussi votre Santé en ne restant pas trop tard ensemble ou trop longtemps dehors, après les Heures de réunion de la Loge; et en évitant les excès de chair ou de boisson, afin que vos Familles ne souffrent ni désaffection ni dommage, et que vous-même ne perdiez pas votre capacité de travail.


6. CONDUITE envers un FRÈRE étranger.

Vous devez l'éprouver consciencieusement de la Manière que la Prudence vous inspirera, afin de ne pas vous en laisser imposer par un Imposteur ignorant, que vous devez repousser avec Mépris et Dérision, en vous gardant de lui dévoiler la Moindre Connaissance.

Mais si vous le reconnaissez comme un Frère authentique et sincère, vous devez lui prodiguer le respect qu'il mérite; et s'il est dans le besoin, vous devez le secourir si vous le pouvez, ou lui indiquer comment il peut être secouru: vous devez l'employer pendant quelques Jours ou le recommander pour qu'on l'emploie.

Vous n'êtes pas obligé de faire plus que vos moyens ne vous le permettent mais seulement dans des circonstances identiques, de donner la préférence à un Frère pauvre, qui est un Homme bon et honnête, avant toute autre Personne dans le besoin.

Enfin, toutes ces OBLIGATIONS doivent être observées par vous, de même que celles qui vous seront communiquées d'autre manière; cultivez l'Amour Fraternel, Fondement et clé de voûte, Ciment et Gloire de cette ancienne Fraternité, repoussez toute Dispute et Querelle, toute Calomnie et Médisance, ne permettez pas qu'un Frère honnête soit calomnié, mais défendez sa Réputation, et fournissez-lui tous les Services que vous pourrez, pour autant que cela soit compatible avec votre Honneur et votre Sûreté, et pas au-delà. Et si l'un d'eux vous fait Tort, vous devez recourir à votre propre Loge ou à la sienne, ensuite vous pouvez en appeler à la GRANDE LOGE en Assemblée Trimestrielle, et ensuite à la GRANDE LOGE annuelle, selon l'ancienne et louable Coutume de nos Ancêtres dans chaque Nation; n'ayez jamais recours à un procès en Justice sinon quand l'Affaire ne peut pas être tranchée autrement, et écoutez patiemment les Conseils du Maître et des Compagnons lorsqu'ils veulent vous éviter de comparaître en Justice avec des Profanes ou vous inciter à mettre un terme rapide à toutes Procédures, ceci afin que vous puissiez vous occuper des Affaires de la MAÇONNERIE avec plus d'Alacrité et de Succès; mais en ce qui concerne les Frères ou Compagnons en Procès, le Maître et les Frères doivent offrir bénévolement leur Médiation, à laquelle les Frères en opposition doivent se soumettre avec gratitude; et si cet Arbitrage s'avère impraticable, ils doivent alors poursuivre leur Procès ou Procédure Légale, sans Aigreur ni Rancune (contrairement à l'ordinaire) en ne disant et en ne faisant rien qui puisse altérer l'Amour fraternel, et les bonnes Relations doivent être renouées et poursuivies; afin que tous puissent constater l'Influence bienfaisante de la MAÇONNERIE, ainsi que tous les vrais Maçons l'ont fait depuis le commencement du Monde et le feront jusqu'à la fin des Temps.

AMEN. AINSI SOIT-IL.
DOCUMENTO RECUPERADO POR TATA