domingo, 6 de agosto de 2017

¡ALTO PROFANO

¡ALTO PROFANO!


Alto profano, detén tus pasos. Le dijo amenazante el guardia del templo con espada en mano; de aquí no pasarás, tu pie no pisará suelo sagrado.
Aquí dentro yacen los mas grandes tesoros que todo hombre anhela tener, más con esta espada y mi vida los defenderé pues son mas valiosos que mi vida misma.
Mis hermanos y yo jamás permitiremos injuria ni calumnia, ni mucho menos intrusión enemiga, aquí no podrás saciar tu curiosidad ni comprobar relatos conspiradores.
No comemos niños ni mucho menos atentamos contra la humanidad, sólo nos dedicamos a la edificación de nuestro propio edificio, pero ni mansa ni tardía nos uniremos ante cualquier profanación de nuestro templo. ¿Enemigos? tenemos muchos; se llaman la ignorancia, la injusticia, la opresión, la falsedad, la ambición y muchos más disfrazados de falsos guías que aprovechan las tinieblas de la humanidad para evitar que emane la luz.
Te repito profano: tu curiosidad no es bien vista aquí, vira tu rumbo y aléjate que aún es tiempo.

Pero mi estimado señor; dijo aquel pobre hombre temeroso de lo que le acababan de decir, he venido justamente atraído por la luz, como la abeja a la flor, mis intenciones son puras, claras y de buena fe. Si en verdad son lo que dices; ¿Por que me rechazas?
Es mi deber, contestó el guardia, es mi encomienda; debo ahuyentar toda indiscreción del templo, pero; veo algo de luz en tu mirada, es muy difícil engañarme pero veo que eres sincero en tus palabras, tu facha se ve de un hombre recto, tu traje de un hombre culto y tus manos de un hombre que no teme lastimarlas por el trabajo, así que debo hacerte unas preguntas.
Pero quiero aclarar que en el templo no encontrarás riqueza material, tampoco obtendrás poder ni serás mas que nadie, se te tratará como un igual entre tus semejantes pero deberás obedecer y trabajar en la construcción.
Tu recompensa sólo será el justo salario que hayas trabajado. Una vez que entres, si es que eres admitido, los tesoros serán tuyos y estarán a tu alcance pero de nada valdrán si son robados u entregados a alguien más. Serás señalado y enjuiciado por entregarlos y tu condena será de por vida, no podras ver a la cara a ningún otro miembro nunca jamás. Ahora pregunto… sigue en pie tu deseo de entrar?
Si señor; lo deseo más ahora.
Está bien, deberás probar que eres digno de recibir el reconocimiento, lo tendrás que probar con tu vida; enfrentarás diferentes pruebas y desafíos para convencernos de tu decisión; ¿sigue en pie tu deseo?…
!Más que nunca mi señor!
Pues bien… Entrad a esa cueva, más por negro que se encuentre jamás retrocedas, ahí te encontrarás las pruebas, y con un poco de suerte… contigo mismo, sólo encontrándote te podrás salvar.
Pasaron dos días, y al tercero el vigilante lo vio salir renovado, con un nuevo rostro y una alegría que sólo él por su vivencia la podía explicar, lo tomó firmemente del brazo y lo guió al templo.
Bienvenido mi hermano; le dijo, ahora ya no hay quien te amenace, te será entregada tu espada para que guardes celosamente los secretos, cambiarás la tiza por el buril para escribir; la tiza mancha, el buril grava lo que en tu libro escribas, así quedará marcado para siempre. Pero tendrás que recordar que hay juramentos que debes cumplir; tu palabra eres tu.
Bienvenido querido hermano, ahora pisas suelo sagrado.
Colaboración: R:.H:.ALBERTO GOMEZ AREVALOS                                                                                                  V:.M:. R:.L:.S:. LUZ Y VERDAD N°1                                                                                                      VALL:. DE ASUNCIÓN,PARAGUAY 

viernes, 6 de enero de 2017

ESTUDIANDO EL ORIGEN DE LAS CATEDRALES

Posted: 05 Jan 2013 06:34 AM PST

Por Rosa María González Chávez


“Un edificio gótico puede entenderse como un organismo vivo que crece hacia el sol…”

René Huyghe


El término más aceptado para lo “gótico” se dice que surgió de los eruditos renacentistas, quienes pretendían despreciar a este estilo artístico al cual consideraban bárbaro (godos) y muy inferior, según ellos, respecto del romano. Esta concepción inicial naturalmente fue desvirtuada con el tiempo, pues muy lejos de ser despreciado fue sumamente valorado y exaltado varios siglos después, siendo actualmente halagado, admirado y contemplado como verdaderamente brillante, simbólico y profundo. Esto se debió a que en el momento de su surgimiento (Edad Media, siglo XII) representaba un estilo que rompía radicalmente con los tradicionales estilos de arquitectura, pintura y escultura occidentales, al gestarse una ideología nueva en torno al conocimiento del hombre y su búsqueda de la verdad. En este sentido cobraron mucha fuerza las antiguas ideas de Aristóteles y Pitágoras: Las formas externas y lo que los sentidos aprecian se considera engañoso, pues muestra tan solo una realidad aparente o una falsa apreciación de las verdades contenidas en las formas mismas; nuestros sentidos son el medio por el cual se pueden descubrir los misterios de la Naturaleza, y solo mediante la Naturaleza se puede obtener el verdadero conocimiento… Así el caduco idealismo era sustituido por el naturalismo.

El estilo apreciado en aquel entonces, el romano en el siglo XII, se basaba en la simetría geométrica y empleaba básicamente círculos y cuadrados, pero con el gótico el constructor era un libre geómetra que se valía de más figuras para crear, edificar e incluso para expresar espontáneamente su gusto por la vida. Podemos notar fácilmente por qué no se extendió a Italia: simplemente no fue bien recibido y visto con recelo por "Roma".


Respecto al término “gótico”, Fulcanelli afirma esto que es bien interesante:

“Algunos pretendieron, equivocadamente, que provenía de los Godos… La catedral es una obra de arth goth o de argot, dicen los diccionarios que argot es “una lengua particular de todos los individuos que tienen interés en comunicar sus pensamientos sin ser comprendidos por los que les rodean”. Es pues, una cábala hablada”…  El argot ha quedado como lenguaje de una minoría de individuos que viven fuera de las leyes dictadas, de las convenciones, de los usos y del protocolo, y a los que se aplica el epíteto devoyous, es decir, videntes, y la todavía más expresiva de hijos o criaturas del sol. El arte gótico es, en efecto, el art got o cot, el arte de la Luz o del Espíritu”

(El misterio de las catedrales).

A los constructores encargados de las obras arquitectónicas gótico religiosas e incluso algunas civiles se les denominó “masones” –en efecto son el antecedente de la Orden Masónica que actualmente conserva el simbolismo constructivo mediante la plomada, el nivel, la escuadra y otros- quienes tuvieron que ingeniar la forma de crear espacios con gran altura, luz y colorido, para sobreponerse a aquella oscuridad y densidad heredada del pasado.

Existía solo un Maestro Arquitecto por cada obra, el cual en ocasiones al morir era enterrado dentro de la propia obra. La construcción podía prolongarse durante varias generaciones, por lo que la primera generación sabía que no la vería terminada; en aquellos tiempos las obras eran anónimas, y si bien no había protagonismos, si había una fuerte competencia entre los gremios por lograr las obras más exquisitas y perfectas, pues era además un oficio muy bien pagado por su calificadísima mano de obra. A eso se debe que mantenían sus secretos de construcción muy bien resguardados, pues se trataba de gente muy instruida en varias disciplinas –esoterismo, simbolismo, geometría sagrada, numerología, alquimia, matemáticas y otras-, además de la destreza en la belleza y perfección arquitectónica.

De su inspiración surgió el ideal de representar la espiritualidad y su culto de una manera más real, más natural y congruente, que la que se representaba dentro y fuera de un lúgubre, inmensamente pesado y tosco templo católico romano. La idea era hacerlo mucho más alto, de manera que surgiendo de las entrañas de la tierra se erigiera verticalmente hacia arriba, hacia el cielo, quitando la densidad de las anchas y aplastantes paredes antiguas, es decir, hacer que los muros fueran “desmaterializados”, en otras palabras, que se espiritualizara a la materia para materializar al espíritu; que la densidad de la piedra desapareciera haciéndola verdaderamente sutil y sublime, desde la primera impresión en su conjunto externo. No debía más predominar la oscuridad en su interior, en su lugar debería darse paso a la luz natural; debía percibirse una atmósfera sobrenatural que sobrecogiera a quien ingresara ahí, llevarle a un estado especial de conciencia espiritual que facilitara el contacto de lo mundano con lo sagrado y lo divino… Que abarcara a los sentidos para conducir esas impresiones hacia el interior del ser humano.

Debía estar basada en las proporciones enseñadas por Pitágoras para representar tanto al Universo como al Hombre, macrocosmos y microcosmos. El símbolo y el número no son solo cifras sino son expresiones dadas por la Naturaleza y la creación a través de la proporción áurea (Phi); las razones matemáticas y sus expresiones geométricas manifiestan la armonía de las cosas creadas, de todo aquello que es material y que repercute en planos más sutiles, incluso en la música -hermana de la arquitectura-, y por analogía en la luz y el color, de modo que bien podía llevarse a cabo esta ecuación entre monumentalidad y bella ligereza. Esas cifras y símbolos pueden ser principios sagrados y energéticos capaces de traducirse en lenguaje sagrado y son el vehículo que permite el acceso al conocimiento universal, trascendente. El edificio debía estar orientado como aquellos de las culturas más antiguas: hacia los cuatro rumbos del Universo.

Valiéndose de todos sus conocimientos, varios sitios eran considerados con cuidado por el Maestro de la obra, analizando profundamente la geografía del espacio, y una vez elegido el sitio del templo a construir se realizaba la orientación a partir del trazo de un círculo (simbólico del Universo) y colocando una estaca en su centro para que con su sombra pudiera calcularse el Este y el Oeste, de preferencia durante un equinoccio; así desde su inicio el edificio sagrado quedaba ligado al macrocosmos. La puerta de entrada estaría en el Oeste (punto en donde el sol se oculta) y el fondo más profundo al Este (rumbo donde el sol sale), estableciendo así su eje mayor. A partir de ello se realizaría toda la obra, cuya base normalmente tendría la forma de cruz (sus brazos hacia el Norte y el Sur) y culminaría con la portada de la fachada para darla por terminada.

Orientada de este modo, quien ingrese por la mañana en una catedral gótica, desde la entrada avanza lenta y progresivamente hacia la sagrada luz que ingresa por la cabecera de la misma (fondo en donde se encuentra normalmente el altar principal), dejando su profanidad y materialidad detrás suyo. Incluso desde antes de entrar -pues fueron erigidas de modo que al mirarlas desde el exterior se entremezclaran con el cielo y expresaban, a quien intuía su igualmente enorme simbolismo-, todo un Universo, inmenso a la vez que minúsculo e individual, con todos sus ángeles y demonios acechantes (gárgolas), animales, plantas y otras muchas representaciones. Pero desde afuera solo puede apreciarse una parte de lo que espera dentro… Es particularmente en su interior en donde los constructores concentraron todos sus conocimientos y lo intentaron todo.

Esa inmensidad a lo largo y a lo alto es sumamente inspiradora, tal altura da una sensación de elevación, inspiración espiritual y casi ingravidez, que de algún modo transporta a lo divino, aumentando el sentimiento debido a la intensidad de la luz que se filtra entre los muros delgados, por las casi transparentes paredes vestidas con vitrales llenos de simbolismo en su parte superior, a modo de magistrales pinturas murales elaboradas como un rompecabezas de colores, que permiten iluminar la atmósfera externa e interna; al atardecer, los últimos rayos del sol son llevados al interior a través de la Rosa de los Vientos o Rosetón que se encuentra sobre la puerta de entrada, a menudo con representaciones de Jesús, El Cristo, rodeado por los 12 signos zodiacales en lugar de sus apóstoles. Eso no es tan extraño a pesar de que la Biblia indica claramente que la astrología es una herejía, pues en los vitrales se plasmaban escenas de mitos bíblicos y la vida de algunos santos, pero también alternando con otros mitos “paganos”, con los arcanos mayores del tarot, con mitos egipcios y de otras antiguas culturas, en un sincretismo expresado tan magistralmente que apenas es notado por quien observa bien, los conoce y los descifra.


Un ejemplo que no quisiera dejar de mencionar es la pequeña pero hermosísima Saint Chapelle (Capilla Santa) de París. Esta tiene dos plantas: se entra por la inferior a un espacio magnífico que deslumbra por el mucho oro que contiene, las flores de lis doradas sobre las paredes de colores, en donde se encuentran incrustadas además piedras preciosas, y sus alquímicas columnas negra y roja al fondo, sobre un piso de cantera labrado con muchos símbolos, el cual duele pisar y difícilmente se puede apreciar con tantos pies de la gente sobre él; en la esquina suroeste hay una discreta entrada para subir por una escalera de caracol, que va conduciendo a uno hacia la planta alta… Cuando se llega a ella, uno queda completamente impresionado, atónito y sin palabras, pues se ingresa a un espacio realmente sobrenatural, totalmente rodeado por la iluminación de los magníficos vitrales que van del piso a las alturas. Uno sabe que no había otro modo de entrar ahí, simplemente no se puede ingresar directamente a un sitio como ese… Se requiere de una entrada lenta y un ascenso previo mediante una simbólica escalera de caracol para llegar a esa luminosidad tan fantástica, asociado claro a una iluminación espiritual por analogía; si se logra o no, ese es otro cantar, pero el sentimiento es realmente sublime. La abundante luz colorida en efecto da un carácter sobrenatural, pues se trataba de representar al Ser y su relación con lo Celeste.

Se trataba de crear un estado: quien entrara en una de sus catedrales debía sentirse sobrecogido con esa exposición grandiosa de luz, luz divina e iluminadora, pero no plana sino llena de color y que es cambiante con el movimiento del sol, tal como si se ingresara en lo sagrado y divino, y en cierta forma se hace… es un espacio sacro sin duda. Recordemos que la luz también está ligada al número.

Se dice que Notre Dame en París es todo un libro de piedra, del cual hay que aprender a interpretar sus letras para poder leer todo lo que tiene que decirnos, de otro modo aunque todo está a nuestra vista no lo podemos ver en realidad y su significado verdadero, su verdad permanece oculta ante nuestros ojos.

Como estos, hay muchos ejemplos principalmente en Francia, Inglaterra, España y Alemania, naciones en las que durante casi 300 años fueron construidas no solamente catedrales, sino también iglesias, monasterios góticos y uno que otro edificio civil. La primera catedral completamente gótica fue la Iglesia de Saint Denis, muy cerca de París, la cual comenzó a edificarse en el año de 1140; este estilo gótico francés se expandió a otras partes, de hecho a casi toda Europa y entre sus construcciones más reconocidas se encuentran las catedrales de Notre Dame de París, Reims, Amiens y desde luego Chartrés con su azul espectacular.

Cualquiera que sea, todo elemento inferior, material y mundano, queda supeditado a la idea de la elevación; se creaba a la par una mejor resonancia acústica, para la música especialmente. De acuerdo con el tercer volumen de “El Arquéometro” de Saint Yves D´Alveydre, habían capillas y catedrales que eran construidas en consonancia con una nota o acorde musical en particular, y a partir de esto se realizaba todo el trazo geométrico. La música que se interpretara dentro de una de estas catedrales debía a su vez estar en consonancia con la nota de la edificación, por lo que las partituras tenían que ser elaboradas matemáticamente (con el apoyo del instrumento llamado arqueómetro justamente), pues dice: “conforme a este se realizaba la aplicación rigurosa y exacta de las leyes de la armonía musical, a todas las artes y oficios de artes estéticos” y lo mismo pasaba con los colores sobresalientes que eran empleados; todo debía vibrar en perfecta armonía en el interior.


Plantea Saint Yves que la música y sus leyes de armonía tienen que adaptarse a las proporciones (mediante los intervalos y acordes) y a las formas (por las vibraciones de estos mismos). Las leyes que las regulan son los números, pues de ellos depende la medida de los sonidos, las proporciones y las formas para lograr así mismo una arquitectura parlante y musical, inseparable de la construcción y la elaboración de objetos sagrados y estéticos, lo cual ilustra con algunos ejemplos, como la Grand Chapelle (Gran Capilla), de la cual afirma que todos los objetos que contiene, así como vitrales y decoración, están adaptados exactamente a las notas que se traducen en letras y del cual obtiene incluso el nombre que la capilla debe materializar, basados en el acorde La-Do-Mi. Por ello el estilo de cada objeto y su color cambian con cada nombre divino. 


Apenas y hemos visto un esbozo de la inmensidad que requiere el estudio o la simple observación de las catedrales góticas, auténticos libros pétreos de exuberante belleza que pareciera eterna. Ellas son en sí verdaderas obras maestras del Arte Real, pero bien podemos contentarnos aunque sea con tener la oportunidad de algún día mirarlas de frente e ingresar en su espacio sagrado por unos momentos, independientemente de nuestras creencias religiosas (o falta de ellas), y permitirnos abandonar lo más denso y temporal en nosotros para transformarlo en infinito y sublime, simplemente dejando que nuestros sentidos lo disfruten, y para así acompañar en su movimiento ascendente a cualquiera de esos “organismos que crecen hacia el sol”.

miércoles, 4 de enero de 2017

UN MASON EJEMPLAR

El tema escogido para dirigirme a ustedes en tan solemne ocasión tiene como finalidad de brindar un merecido y apropiado homenaje al “Hermano Leandro Gómez”.
Para mi es un honor ocupar el sitial de la elocuencia para tributar un justo homenaje a una de las figuras más importantes de la Masonería del Uruguay.
En esta ocasión procuraremos poner de manifiesto el accionar de un Hermano Masón que durante toda su vida hizo un culto a la virtud, por lo que exaltó y honró las doctrinas y principios que rigen nuestra conducta moral y el conjunto de principios de nuestra Augusta Institución.
ENTRE LOS PRIMEROS DEFENSORES DE JOSÉ ARTIGAS
Nació el 13 de marzo de 1811 en el seno de la familia Gómez-Calvo, en la ciudad de Montevideo, cuando había comenzado la “admirable alarma” como expresara Artigas. Pasó sus primeros tiempos en una ciudad sitiada, como va a pasar los últimos meses de su vida en otra ciudad también sitiada. En esto encontramos una coincidencia, pero la divergencia era mayor, mientras que el alzamiento artiguista pretendía instaurar un sistema republicano democrático y federal de gobierno, procurando establecer un régimen de amplias libertades, del más puro pensamiento masónico. En cambio, en el sitio que soportó y en el que ofrendó su vida, fue para evitar que el país, sufriera la pérdida de la libertad e independencia, y al decir de un Respetable Hermano, para: impedir que triunfara la barbarie sobre la civilización” que representaba el gobierno legítimamente constituido y al frente del cual se encontraba Hermano Masón Atanasio Cruz Aguirre.
A diferencia de otros descendientes de españoles que nunca perdonaron a Artigas, sus ideas, sus acciones, el Hermano Leandro Gómez, a medida que pasaba el tiempo fue forjando su admiración y reconocimiento por el prócer uruguayo. Fue uno de los que luchó contra la leyenda negra que se había generado en torno a Artigas a quien consideraban poco menos que un salteador de caminos y un asesino, y no le reconocían sus méritos, la magnitud de su obra política e institucional, la nobleza de su alma, y el espíritu profundo que guiaba sus actos, así como las dotes de estadista y un precursor de los nuevos tiempos, no solo en Uruguay sino también en la región platense.
No era fácil en la época defender a la figura de Artigas, pero el Hermano Leandro Gómez, se enfrentó con valentía y decisión inquebrantables, absolutamente convencido en el triunfo de la verdad histórica sobre el caudillo oriental, y logró ir desbrozando el camino para el reconocimiento de la figura del prócer uruguayo.
Precisamente, fueron los Hermanos Masones los que iniciaron el proceso de su vindicación pública. En efecto, por Ley N° 122 de 23 de mayo de 1836, promulgada por el Presidente de la República el Hermano Masón Manuel Oribe, se reconocían los servicios destacados del prócer José Artigas, al concederle una porción de tierras en el actual Departamento de Salto.
En el año 1842, el Hermano Leandro Gómez había adquirido a costa de innumerables sacrificios económicos, la espada que la Provincia de Córdoba le regalara a Artigas en 1815, y generosamente, la ofreció al gobierno de la República presidido a la sazón por Rivera, acompañándola con una nota en la cual manifestaba que la donaba por ser la pertenencia de “uno de los primeros guerreros de la independencia de América” y que la misma había sido “En sus manos, el terror de los enemigos de la independencia y de la soberanía”. Y agregaba, refiriéndose a Artigas “Todos los hijos de esta tierra deben sentir la más profunda gratitud y veneración”. Sin embargo, los acontecimientos políticos de fines de ese año, impidieron que el gobierno aceptara el ofrecimiento y prosiguió teniéndola en su poder.
El 24 de mayo de 1849, el Presidente del Gobierno del Cerrito, el Hermano Manuel Oribe, por un Decreto estableció que en lo sucesivo, la llamada calle “De la Restauración” se denominará “Calle del General Artigas”. E igual denominación recibió una batería de la línea sitiadora, emplazada en el mismo lugar, donde en el año 1813, estuvo el “Reducto de Artigas”.
Otro Presidente de la República y también Hermano Masón Juan Francisco Giró, promulgó la Ley N° 330, de 5 de julio de 1853, que resolvió denominar con el nombre “Villa de Artigas” al pueblo conocido entonces por “Arredondo” y actualmente “Río Branco”.
La Ley N° 484 de 28 de junio de 1856, promulgada por otro Presidente Hermano Masón Gabriel Antonio Pereira establecía las honras fúnebres que se le deberían tributar al primer “Jefe de los Orientales, Gobernador y Capitán General, ciudadano don José Artigas”, disponiendo que sus restos fueran inhumados en un lugar destacado y preferente en el cementerio público. Dos nuevos decretos del 15 de noviembre de ese mismo año de 1856 establecían que el traslado de los restos debería hacerse con la solemnidad que corresponde a su clase y servicios prestados al país. Se agregaba que se fijaría en la lápida la siguiente inscripción: “Artigas: Fundador de la Nacionalidad Oriental”.
Con motivo de la inhumación de los restos de Artigas, en noviembre de 1856 Leandro Gómez, inició la publicación de una serie de artículos en el diario “La República”, sobre la personalidad y obra de José Artigas, y entregó la espada que había recuperado, y que le había sido entregada a Artigas, por la Provincia de Córdoba como muestra de su constante admiración. Decía en uno de esos artículos: “¿Qué ha hecho la Nación Oriental en honor a su gran patriarca, a aquel distinguido oriental que fue el primero que le enseñara un día el espinoso camino de la libertad y de la gloria, luchando enérgicamente, ya con la tiranía, y la denominación extranjera,…...?”.
Y finalizaba, aquel emocionante alegato con estas proféticas palabras: “Artigas formara parte de la educación de nuestros hijos”. Hoy vemos a 151 años de sus escritos, con preocupación, como cada día que pasa en nuestras aulas se enseña menos sobre Artigas y su magna obra de fundador de la nacionalidad oriental y nuestros hijos y nietos desconocen cada vez más su heroica gesta.
Posteriormente, el cronista de la Patria Vieja y destacado Hermano Masón don Isidoro de María publicó la primera biografía sobre Artigas, cuatro años después de la pública vindicación del caudillo oriental por el Hermano Leandro Gómez.
SU VINCULACIÓN CON LA MASONERÍA 
En torno a su vinculación con los principios de la institución fraternal, seguramente, fue en el año 1824 en que residiendo en Buenos Aires trabó amistad con don Manuel Oribe, del que será en lo sucesivo, un ferviente admirador, así como un fiel colaborador y amigo.
Al igual que el Hermano don Manuel Oribe pertenecía a la corriente dentro del Liberalismo Político, denominado “republicanismo radical”, que calaba hondamente en el pensamiento masónico y que preconizaba: la necesidad de fortalecer las repúblicas en el mundo, que la felicidad de los pueblos no solo dependía de la forma de gobierno que se adoptase, sino particularmente de los rectos procederes de los gobernantes, del ejemplo que deberían dar con su conducta y comportamiento público y tener como fin, dignificar el cargo y ejercer la docencia práctica, mediante el ejercicio cotidiano de las virtudes cívicas.
Ante los acontecimientos políticos de 1836, se inclinó por el bando del Presidente Hermano don Manuel Oribe, e ingresó como soldado del 1er Batallón de Guardias Nacionales, alcanzando el grado de Teniente 1°.
Cuando las divisiones entre los orientales se hacían más intensas, en 1837 durante la Presidencia del Hermano Manuel Oribe, la Masonería entornó sus puertas, por el estado político del país, volviéndolas a abrir con posterioridad al fin de la Guerra Grande, a partir del año 1852.
En 1856 a instancias del Hermano Leandro Gómez,, tuvo lugar en Salto, la creación de la Escuela “Hirám” primera institución educativa en proporcionar enseñanza gratuita y laica para los hijos de masones y además de las familias necesitadas. Inició sus actividades con niños varones de más de 8 años de edad, brindando así una oportunidad de acceder a la educación a los hijos de familias de limitados recursos. A su ejemplo, se crearon otras escuelas similares en todo el interior de la República.
El 18 de noviembre de 1856 recibió el grado de Maestro del Rito Escocés Antiguo y Aceptado en la Augusta y Respetable Logia “FE” al Oriente de Montevideo, la que había levantado columnas el 3 de agosto de ese año y en el que compartieron los Trabajos con el Respetable Hermano Jacinto Párraga, héroe de la defensa de Florida y que fuera fusilado el 4 de agosto de 1864, iniciando un camino que pronto recorrería nuestro homenajeado, en menos de cinco meses.
En 1857, cuando la epidemia de fiebre amarilla azotaba a la ciudad de Montevideo, fue uno de los primeros en trabajar en la “Sociedad Filantrópica”, institución fundada en nuestros Talleres y que agrupó en su seno a tantos Hermanos que en el combate de ese flagelo dieron lo mejor de si, ofrendando sus vidas como ocurrió con el Respetable Hermano Miguel Teodoro Vilardebó. En esa etapa desarrolló una denodada como encomiable labor en auxilio de los habitantes de la Capital, exponiendo su vida a diario al contagio de la epidemia, tratando de mitigar, el dolor y la pobreza de los desposeídos y de los necesitados.
Tras la finalización de los trabajos de la “Sociedad Filantrópica” combatiendo la fiebre amarilla, fue el Hermano Leandro Gómez quien propuso que agotada su función inicial, debería volcar sus esfuerzos en pos de atender a la niñez desvalida por la epidemia, para que pudieran ser instruidos y formados como hombres y mujeres para una sociedad más justa. Por supuesto que su propuesta fue recibida con beneplácito y se transformó la misma en una institución educativa gratuita y laica, dos de los principios que posteriormente hiciera célebre la reforma vareliana décadas más tarde.
Al realizar el acto de entrega de premios correspondiente al primer año de actuación de la Sociedad Filantrópica, en la etapa dedicada al fomento de la educación, el 15 de enero de 1860 hizo uso de la palabra el directivo Leandro Gómez que realizó una importante alocución sobre la importancia de la misma y su vinculación con la Masonería. Decía en la ocasión:
"Veis, Señores, la filantropía de la Comisión Central dando una prueba patente del sentimiento de fraternidad que guía sus pasos en pró de esa infantil generación desvalida; pero con iguales derechos, con iguales títulos para ser ilustrados, para que se incruste en sus pechos, esas doctrinas de sana moral, que conducen al hombre hacia la veneración al Dios del Universo, y al cariño fraternal hacia sus semejantes, cual los que poseen esa fortuna material, que tanto ambicionan y enorgullecen a los hombres".
Y más adelante expresaba: "La Comisión Filantrópica, Señores, no es más que una fracción de esa grande asociación que no se ve, que existe en todo el universo, desde tiempo inmemorable, cuyos benéficos y útiles resultados en bien de la humanidad, se siente por doquiera, está muy distante de considerar un mérito en los trabajos que practica en bien de sus semejantes, porque así como no vaciló un momento en consagrarse al socorro del desdichado epidémico, en época de triste recuerdo para esta capital, así también sigue hoy el camino que se ha impuesto de mejorar la suerte de la condición humana, comprendido en la esfera de sus deberes y atribuciones.....".
En 1857 levantó columnas la Augusta y Respetable Logia “Dupla Alianza”, por lo que este año estamos conmemorando merecidamente el sesquicentenario de su fundación. En ese momento comenzaron sus trabajos, pero prontamente, los efectos de las diferencias religiosas y filosóficas, tuvo hondas repercusiones sobre nuestra institución.
En efecto, el local donde funcionaba la Logia fue atacada e incendiada el 28 de junio de 1859 por una turba de personas que fueron impulsadas por grupos dogmáticos religiosos que no admitían el establecimiento de nuestra institución en esta ciudad. Para detener la violencia desatada por una turba de retrógrados, azuzados por el dogmatismo cerril, el entonces Presidente de la República Hermano Gabriel Antonio Pereira, designó al Hermano Leandro Gómez, como su enviado especial para poner coto a esos desmanes y restablecer la paz en la ciudad.
Leandro Gómez concurrió a la capital maragata y a través de sus gestiones ante las autoridades políticas del Departamento se consiguió el cese de esos atentados, lo que permitió a hombres libres y de buenas costumbres, continuar sus labores, en pro de una sociedad más justa y fraterna. No solo logró restablecer la paz, sino que tomó parte activa de la reconstrucción del propio Templo.
Ello permitió multiplicar sus trabajos a la Logia ”Dupla Alianza” y sin pretender agotar las tareas que ha cumplido, diremos sintéticamente que en 1869, con miembros de su Taller fundaron la “Societá Italiana di Mutuo Socorros”, y el “Club Fraternidad”. Años después, en 1883 un grupo de “obreros” de la Logia ”Dupla Alianza” creó el Centro de Instrucción, base de una escuela gratuita y laica para la ciudad de San José.
Leandro Gómez fue “Orador” permanente de la Augusta y Respetable Logia “Fe” en cuya acción bregó por el bien de la Orden, luchando y combatiendo contra todo tipo de dogmatismos, con que el oscurantismo de entonces, así como hoy en día, busca dominar conciencias, pues nuestro homenajeado sentía la necesidad de difundir la enseñanza, cumpliendo los objetivos de la Institución Fraternal de que hubiera “Luz, más Luz, más Luz…..” para consolidar la República.
Fue fundador de varias Logias no solo en Uruguay sino también en Argentina. En 1857 fundó la Augusta y Respetable Logia “Jorge Washington” al Oriente de Concepción del Uruguay, en la Provincia de Entre Ríos. Al año siguiente, fue la Augusta y Respetable Logia “Hirám” de Salto el 5 de enero de 1858; un año y medio después a partir del 5 de abril de 1859 fue el Venerable Maestro y fundador de la Augusta y Respetable Logia “Protectora de la Virtud” de Salto; y finalmente ese mismo año, instaló la Augusta y Respetable Logia ”Guadalupe” de la ciudad de Canelones.
El 28 de octubre de 1859 le fue otorgado el Grado 33 último del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
En sus frecuentes viajes al interior del país, o a la campaña, como solía decirse en la época, fue nombrado “Delegado Especial” del referido Supremo Consejo del Grado 33.
Finalmente, el 5 de setiembre de 1862 fue nombrado Miembro Activo del Supremo Consejo del Grado 33.
Su expediente masónico se cerró con estas palabras, quizá las más ajustadas a lo que fue su vida y a lo que fue su pasaje al Oriente Eterno “Murió en el cumplimiento de su deber”.
SU FORMACIÓN INTELECTUAL Y MORAL
Dos hombres marcaron toda su existencia: José Artigas y Manuel Oribe. De ambos extrajo sus enseñanzas y trató de ser consecuencia defensor de las ideas y principios que sostuvieron en la grandeza y en la adversidad.
No tuvo oportunidad de conocer al primero, pero se preocupó en saber sobre su vida y su obra como ya vimos.
Se vinculó tempranamente, en la etapa de la definición de los bandos, al grupo de hombres y mujeres que rodeaban al Gral. Manuel Oribe y a partir de ahí se convirtió en “Defensor de las Leyes” y lo acompañó a lo largo de las vicisitudes que sufrió su padrino.
LA DEFENSA DE PAYSANDÚ
Su sacrificio final fue, para quienes no conocían su militancia masónica, solamente un hecho profano, para nosotros sus Hermanos, una consecuencia lógica y esperable de sus compromisos morales con los valores de la Institución. Como sabemos, la vida masónica de nuestros templos y la conducta de los Hermanos en el mundo profano, es una e indivisible, la que se adquiere luego de pasar por el Cuarto de Reflexiones y de haber prestado el compromiso de honor ante el Ara triangular de los juramentos, con lo que nos comprometemos definitivamente para el resto de nuestras vidas.
Como hombre de recia personalidad, convencido defensor de sus ideales, como un ser totalmente persuadido que la dignidad del hombre no es canjeable ni renunciable, puso su espada, su voz y su corazón al servicio de una causa que entendió justa y correcta. Artiguista militante, buscó a través del ejemplo del Protector de los Pueblos Libres, armonizar las palabras con la acción, conjuntados en un ejemplo de vida que trasciende más allá de la existencia, para forjar un molde de conducta para toda la eternidad.

Con Leandro Gómez se supieron sacrificar en defensa de la Patria y de sus instituciones legalmente constituidas, varios Hermanos entre los que descollaron Lucas Píriz, Pedro Ribero, Federico Aberasturi, Emilio Raña, Adolfo Areta, Felipe Argentó, y otros, que sobrevivieron al asedio y los fusilamientos como Federico Fernández, Vicente Mongrell, y Ovidio Warnes.
Previamente, había sucumbido defendiendo las instituciones legales el Hermano Jacinto Párraga, de la Respetable y Augusta Logia “Fe”, que fuera vilmente fusilado tras la toma de Florida el 4 de agosto de 1864.
El 25 de agosto de 1864 en la sitiada Paysandú, al festejar el día de la independencia nacional, emitió una Orden del Día que decía: “Debemos jurar en presencia de Dios y a la vista de nuestra Patria amenazada, morir mil veces luchando con extranjeros y traidores, sin mirar el número, antes de consentir que la libertad del pueblo oriental y su independencia sean pisoteadas”.
Ante el bloqueo de la escuadra imperial brasilera a la ciudad de Paysandú, que prácticamente decretaba el aniquilamiento de los defensores de la misma, Leandro Gómez anunció los propósitos que tenía ese acto: “De vasallaje y conquista con que el Imperio pretende dominar a la patria del inmortal Artigas; a la Patria de esos héroes que la historia gloriosamente denomina con el dictado de los “Treinta y Tres” [Orientales], y cuyos hijos somos nosotros, nosotros en cuyas venas circula la sangre altanera de nuestros antepasados y en cuyas frentes hemos escrito con esa misma sangre: Independencia o Muerte”.
La defensa de Paysandú por encima de cualquier otra interpretación o apreciación, más que un hecho en los anales de nuestra historiografía nacional, más que una gesta en los anales partidarios, es un hito en la defensa de la soberanía de la Patria, de la libertad y por encima de todo el más claro y vivo ejemplo de la responsabilidad de un Jefe en el cumplimiento del Deber, aunque éste sea sellado con la propia muerte.
El 26 de diciembre de 1864 dirá Leandro Gómez: “Pelearemos contra los brasileños y contra Flores y si nos toca morir, aquí moriremos por la independencia de la Patria”.
Recordaba de Artigas que: “La energía es el recurso de las almas grandes”…., por lo que solo cabe entregarle el compromiso sagrado de Vencer o Morir. ¿Por qué Vencer o Morir?. Porque ésta es la otra alternativa de la Independencia. El sabía que ofrendando su vida y su ejemplo, la Independencia se salvaría. Sabía que a partir de ese momento, otras manos y otros hombres volverían a empuñar la bandera de la patria, libre, justa y soberana.
En momentos de gran confusión el 2 de enero de 1865, cuando se había izado la bandera blanca, no en sentido de rendición, sino de tregua para sepultar a los muertos, en momentos en que se agotaban las fuerzas físicas de los defensores y las municiones, ingresaron fuerzas brasileras que tomaron prisionero a Leandro Gómez y otros patriotas. Cuando marchaban hacia el campamento militar brasilero se cruzó con fuerzas floristas al mando de Pancho Belén quien le ofreció cobijarse bajo el estandarte nacional y el Hermano Leandro Gómez prefirió entre quedar prisionero de un extranjero, ponerse en manos de sus compatriotas. Lo que no sabía es que con esta decisión dejaba libre el campo para la revancha y la venganza pequeña de quienes carecían de estatura moral y republicana para aquilatar la grandeza de la gesta que había protagonizado. Llevado en presencia del “Goyo” Suárez, éste le ordenó a Belén: “quíteles de mi presencia……no los quiero ver. Páselos al fondo y cumpla allí con su deber”. Pancho Belén cumplió las órdenes de Suárez y dispuso allí mismo el fusilamiento de Gómez y sus compañeros de infortunio.
Pocas veces, el valor oriental rayó a mayor altura, que en la defensa de Paysandú: triunfar o perecer. Fue claro y preciso el pensamiento y la acción: Independencia o Muerte.
Pero la muerte de los defensores de Paysandú, no era la derrota de una causa, sino la vida para siempre de la Patria, ya la soberanía no sería mancillada jamás, porque sobre la sangre derramada por los patriotas, se aseguraba la independencia nacional. Parafraseando a la estela que recuerda a los caídos en el desfiladero de las Termópilas, en las luchas por la independencia de las polis griegas ante el imperio persa, puedo decir que los valientes de Paysandú, no murieron, sino que cerraron sus ojos, para seguir velando sobre el destino de los orientales.
EL MENSAJE DE SU ACCIÓN
El gobierno presidido por el Cap. Gral. Máximo Santos dispuso que el 2 de enero de 1884, que los restos de Leandro Gómez fueran trasladados al Cementerio Central, y en la ocasión el escritor, novelista y Hermano Eduardo Acevedo Díaz pronunció la siguiente alocución: “Esta urna no encierra tan solo restos helados; ella simboliza los principios de la verdad y de la Justicia, que sobreviven a los hombres y a los tiempos, principios invencibles de que el héroe fue carne y acción que en este día de apoteosis por aquí vagan con su sombra, como genios tutelares de nuestra vida y de nuestro pensamiento.......Nadie podrá remontar la corriente de nuestra historia contemporánea sin sentirse profundamente subyugado ante este ejemplo de virtud cívica, porque nunca se confió a más esforzado prócer el honor de la República y a brazo más robusto el mástil de su bandera”.
Como soldado, disciplina a la que jamás soñó pertenecer, dignificó su uniforme sirviendo a la Patria y a las instituciones legalmente constituidas en forma valerosa, desinteresada y leal, llegando su actitud hasta el sacrificio final en aquel acto de poderosa y afirmativa fuerza moral y espiritual, como fue la defensa de la imperecedera Paysandú.
Fue uno de los grandes Hermanos que contó la Masonería uruguaya. Procuró que la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad se consolidasen en una joven República que buscaba fortalecerse, para que pudiera afirmarse en nuestra Patria de un modo definitivo, para mejorar las condiciones espirituales, morales y materiales de sus habitantes.
Como tal, ha sido tomado como modelo por muchas generaciones de hombres libres y de buenas costumbres.
Sin lugar a dudas, la Patria, la Masonería, el Partido Nacional y el Ejército Nacional deben sentirse orgullosos de haber podido contar entre sus integrantes a tal excelso y preclaro ciudadano.
Hoy nos descubrimos ante tu gloria inmarcesible, agradeciéndote a ti, Hermano Leandro Gómez, por el ejemplo vivificador de tus virtudes que constituyen un mandato imperativo para todas las generaciones de uruguayos.
Y al inclinarnos reverentes ante nuestro Hermano, no podemos dejar en el olvido a otros Hermanos que junto al héroe, inmolaron sus vidas o dieron lo mejor de sí, y que en medio de la acritud del combate, como decía Almafuerte, “no se dieron por vencidos, ni aún vencidos….”.
Autor: R. G. R. Logia Obreros de San Juan
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